martes, 14 de julio de 2009

Creencias

Así es como uno, además de uno, es su circunstancia.

Yo tengo acento porteño. Mi mamá nació en cuna de oro, mi papá gracias que tenía una cuna. Entre los dos construyeron una familia de clase media económicamente, pero de clase muy alta en cuanto al amor. Soy la única nena entre tres hermanos (y encima la más chiquita !) y tengo muchos tíos y primos y amigos más grandes. Conclusión : consentida, mimada, malcriada, sobreprotegida, consentida (sí, vale doble), con mucho carácter * y machista.

Todas esas cosas harían que encontrar el candidato perfecto fuera un brief casi imposible.

El único amor incondicional es el de los padres, y nadie puede querer tanto a otra persona como para bancarse las características anteriormente expuestas. Por eso, y también porque la independencia hizo que me encuentre con mis gustos y creencias personales, durante los últimos años de mi vida hice un giro bastante radical. Pasé de ser esa nena consentida, a ser una mujer (con esa nena adentro.)

Siempre fui bastante independiente, porque siempre que pude depender de alguien. Creía que en una relación, como en la Naturaleza, el hombre debía ser el proveedor, mientras que la mujer podía darse el lujo de hacer lo que quisiera -siempre y cuando hiciera algo. - Pero la idea de estar parada en mis dos piernas, sin nada ni nadie alrededor para agarrarme, era inconsebible.

Siempre necesité admirar a quien tuviera a mi lado; alguna vez dije que 'lo que más me gusta de vos es que si una noche nos quedamos en llanta en la mitad del desierto, a la mañana sé que me llevás a la ciudad.' Admiraba a los hombres que, sabía, podían salir de la mitad de la nada en el worst case scenario; ahora veo que es porque no me animaba a salir por mí misma.

Hoy me encuentro cada vez nadando más lejos del borde. Por eso mi cabeza piensa en otras cosas (y viceversa.) Y ya no admiro del otro que sea el más inteligente, ni el más rápido, ni el más lindo, ni el más bueno. Porque me di cuenta de que lo más importante de todo, es que sea el que mejor me haga sentir.

Permiso. Me voy a seguir nadando.


* carácter fuerte no es lo mismo que mal carácter.

martes, 7 de julio de 2009

La historia de m. Parte I.

M. era tan feo, pero tan divertido, que a la sexta cerveza ya no me importaba dejar que me bese.* Estaba lejos de ser el candidato que yo tenía en mente, pero en ese momento de mi vida yo necesitaba más a un pibe dispuesto a sostenerme el pelo en un baño público que a un príncipe azul para procrear.

Luego de un par de salidas, su gracia comenzó a opacar su desgracia; aunque internamente deseaba, por mi salud física, que la situación no prosperara. Y una tarde ..

m: linda, se me complica salir hoy. Tengo clavada en la agencia.
vulgar : no prob ! que te sea leve, hablamos. beso !

Era claro que algo había pasado .. yo ya estaba vacunada contra la excusa más utilizada en el ambiente publicitario. Dos días y ningún mensaje de texto después, confirmé mis sospechas mientras merendaba con una amiga en un bar en Palermo.

vulgar : no .. no me llamó todavía. Pero bueno, mejor, que no prospere !
amiga : tan desastre es ?
vulgar : cómo explicarte ? ponele .. ves ese pibe de ahí que viene caminando con la novia?
amiga : see ..
vulgar: bueno, mas o menos alto como él.
amiga : see ..
vulgar : y el pelo también, así rulos como él; el mismo largo ..
amiga : see ..
vulgar : aunque se viste bien, tiene la misma onda de ese pibe.
amiga : see ..
vulgar : y de cara es re parecido a él también. De hecho, es él.



* si el motor de una relación viene en una lata, está destinada al fracaso. O tu hígado a una sirroris.